jueves, 20 de agosto de 2009

Hoy turismo en PUEBLA

PUEBLA DE LOS ANGELES



Centro histórico de Puebla (Puebla)




Sus valores universales
Los valores universales indiscutibles que muestra son su traza urbana inalterada, ejemplar y las relevantes obras arquitectónicas que aloja, como la catedral (uno de los templos coloniales más bellos de América, cuyas torres alcanzan una altura de 73 metros, convirtiéndose en las más altas del país), el templo de Santo Domingo y su increíble capilla del Rosario (considerada en el siglo XVIII como la octava maravilla del mundo). El templo de la Compañía de Jesús, edificado hacia 1767 y el de San Francisco con su esbelta torre de dos niveles, complementan el conjunto de joyas arquitectónicas religiosas del periodo colonial.

La arquitectura civil tiene también estupendos ejemplares, como el antiguo Seminario Tridentino, que alberga la fabulosa Biblioteca Palafoxiana, cuya preciosa estantería fabricada en madera de cedro data de 1773; el Palacio Municipal construido en cantera gris enseñorea la plaza principal. Las casas barrocas de Puebla tienen sus mejores exponentes en la llamada de los Muñecos, con 16 figuras semidesnudas en su fachada; y la casa del Alfeñique y su decoración realizada en argamasa blanca, que semeja los tradicionales dulces llamados alfeñiques.

Patrimonio intangible
Éste se manifiesta en varios inmuebles, como la imagen del Señor de las Maravillas visitada por devotos nacionales y extranjeros (principalmente Centro y Sudamérica), en el templo de Santa Mónica; y qué decir de la cocina más bella y espectacular del México virreinal, revestida de azulejos blancos y azules, en el convento de Santa Rosa, donde según la leyenda las monjas dominicas inventaron el mole, platillo que adquirió fama internacional desde hace años.

A pesar de las transformaciones urbanas –producto de las Leyes de Reforma (1857)- que modificaron el paisaje de la ciudad al cerrar varios conventos en el siglo XIX, no impidieron que Puebla sumara a sus joyas coloniales una arquitectura civil–pública y privada– de gran calidad y belleza.
El centro histórico poblano ofrece 2 619 monumentos históricos registrados en 391 manzanas; de ellos, 57.3% está conformado por oficinas, residencias que datan del siglo XIX; los inmuebles de las centurias XVI, XVII y XVIII representan respectivamente 1.1%, 23.4% y 18.2%. Esto quiere decir que podemos seguir disfrutando ampliamente este valioso patrimonio arquitectónico, conservado por más de cuatro siglos, y que le ha merecido a Puebla ser nombrada: Relicario de América.





En el Día de Muertos las calles, campos y mercados de Cholula se pintan de color amarillo cempasúchil, de olor a incienso, de sabor a mole, chocolate y a pan de muerto. Según la tradición, durante cinco días las almas tienen permiso de visitarnos y disfrutar de todo lo que les gustaba, por lo que las celebraciones inician el día 28 de octubre colocando la Santa Cruz adornada con flores para recibir en casa a los familiares difuntos. A medio día empiezan a llegar las almas de los accidentados, el 29 de octubre llegan los que murieron ahogados, el día 30 los niños que van al limbo y el 31 llegan todos los niños, el 1 de noviembre hacen su visita los adultos y el día 2 todos los fieles difuntos.

En estos días los campos que rodean Cholula se encienden de color con los sembradíos de la flor mexicana de cempasúchil, cuyo color amarillo representa los rayos del sol y sirve para darles luz a las almas en el mundo de los muertos; éste era el color del luto entre nuestros antepasados.





Su nombre es evocador:"lugar de los 9 manantiales". Los antiguos nahuas y otras etnias mesoamericanas creían que entre esta vida y el Más Allá existía un río, el Chignahuapan, que todo espíritu debía cruzar al morir. Aprovechando el temor de los indígenas por este mito, los evangelizadores afirmaron que el Río Chignahuapan era infernal, asociando el Más Allá mesoamericano con su propio infierno, tanto el inventado como el interno. La distancia entre uno y otro es enorme.


La población de Chignahuapan, tan de sueño, tan hecha para el viaje, posee tres templos de suma importancia. El más antiguo es la parroquia dedicada al apóstol Santiago, de bella fachada, elaborada a base de estípites propios de la segunda mitad del siglo 18 y pintada de colores chispeantes: los grandes ángeles guardianes que flanquean la entrada y la imagen de Santiago cabalgando son las más graciosas representaciones del conjunto elaborado en argamasa. Los retablos del interior, tallados con excelencia, pertenecen a la misma época barroca. La parroquia fue construida por los frailes franciscanos hace más de 300 años.


La presa de Necaxa es un prodigio de la modernidad porfiriana, pues cuando comenzó a operar en 1905 fue la hidroeléctrica más potente del mundo.

Normalmente sólo se puede ver la cortina y algunas de las grandes tuberías que impulsan las turbinas, pero desde un mirador que está a unos 2 km después de la cortina también puede verse la garganta en cuyo fondo se encuentra la casa de máquinas.
Los grupos estudiantiles o de paseos culturales pueden gestionar con la Compañía de Luz y Fuerza del Centro el permiso para visitar las instalaciones.
En este lugar simplemente puedes descansar frente a la presa, caminar o tomar un paseo en lancha y pescar alguna de las abundantes mojarras y carpas que pueblan este enorme cuerpo de agua.
Si tu elección es la caminata, procura acercarte a la cortina, donde el agua es más limpia; si prefieres la pesca, mejor quédate cerca del extremo oriental, donde las hierbas de la orilla atraen a los peces (los pescadores cobran por hora de paseo y ellos reman).
El mejor sitio para comprar plantas de ornato es el mercado de las flores, junto a la cortina de la presa, donde los productores locales se reúnen todos los días de 8:00 a 18:00 horas ofreciendo sus productos a precios muy económicos.


A punto de llegar a Cuetzalan, encontrarás señales que indican la llegada a un pueblo mágico asentando en la Sierra Madre Oriental. Las calles empedradas dan la bienvenida y también una decena de chamacos que se amontonan en los parabrisas de los automóviles para llevar al recién llegado a hoteles, posadas y restaurantes para comer.

Ubicado a 900 metros de altura sobre el nivel del mar, Cuetzalan atrapa la humedad proveniente del Golfo de México lo que permite el cultivo de plátano y café, este último tan importante en el desarrollo del pueblo que desde hace más de 50 años se elige a la Reina del Café.
visita la iglesia de San Francisco, de estilo renacentista. En su interior destaca una virgen María con el atuendo indígena regional, una falda de lana amarrada a la cintura por un ceñidor tejido.
En el atrio, se eleva el mástil de los Voladores del que descienden los llamados hombres pájaro, especialmente durante las fiestas patronales celebradas los primeros siete días de octubre.
En las áreas aledañas a Cuetzalan hay ríos que bajan por la sierra formando varias cascadas como Las Brisas, de 30 metros; también hay grutas que pueden ser visitadas como las de Aventura y Chivóztoc.


El día 14 de septiembre, casi todos los habitantes de la localidad amanecen preparando los festejos a la Virgen de los Dolores, "la Jefecita".

En todas las calles del centro y aledañas se ven personas ornamentando las aceras con arreglos diversos: maceteros, lámparas, candiles, varas florales y una miscelánea inusitada.
Se pintan centenares de kilos de arena y aserrín para elaborar los casi 8 kilómetros de alfombras por los que pasará la procesión con la imagen de la Virgen, y se emperifollan las canastas con frutos, verduras y flores que se colocarán en el camino.
Al iniciarse la procesión, a las once de la noche, el alma de los acatzincas y visitantes se transporta a otras dimensiones entre el estruendo de los cohetes.


Miles de personas acompañan a la Virgen de los Dolores en el periplo que concluye a las 8:30 de la mañana del día siguiente, justo en el lugar de donde partió, la Parroquia de San Juan Evangelista, cuya construcción se terminó el 24 de junio de 1691, Día de San Juan Bautista.
A lo largo de la caminata, que dura casi 10 horas, propios y extraños asisten a un espectáculo de deslumbrantes alfombras.
Ornamentos y diseños nos conducen de un asombro a otro, de un símbolo cristiano a otro, de imágenes sobrias a figuraciones insólitas; el festín visual es acompañado con el obsequio de atole, chocolate, pan y tamales.

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